Fue perseguida por:
*Por predicar la palabra del Mesías y Salvador Jesús, en ese tiempo no creían que Jesús era alguien tan importante, por ello lo crucificaron.
*Por irse en contra de la maldad que en ese tiempo azotaba a Roma y sus alrededores y no permitían el bien.
*Porque no creían en un ser Supremo existente y viviente en los cielos.
*Porque querían acabar con todo ''farsante'' que se hiciera pasar por Mesías o como Dios.
*Porque la Iglesia no era admitida en ese pueblo, por la razón de seguir a Jesús.
sábado, 24 de octubre de 2015
domingo, 18 de octubre de 2015
LA IGLESIA EN LOS SIGLOS I, II Y III
SIGLO I
La Iglesia no es obra humana. La fundó Cristo cuando fue escogiendo a sus apóstoles, pero fue en Pentecostés donde Dios Espíritu Santo lanzó a la Iglesia hasta los confines de la tierra. Ya Jesús había ascendido al cielo. El mensaje de los apóstoles no era otro que el que les dejó Jesucristo, pues ellos fueron testigos privilegiados de cuanto hizo y dijo el Hijo de Dios.
Ese día de Pentecostés en Jerusalén, ante los peregrinos judíos reunidos con ocasión de la fiesta, Pedro proclamó la Buena Nueva y se hicieron bautizar tres mil personas. ¡Había nacido la Iglesia misionera! Poco tiempo después, la comunidad de Jerusalén contaba con unas quince mil personas, hecho de suyo exorbitante, pues Jerusalén no contaría con más de cincuenta mil almas. Nótese que fue esto un hecho casi único, regalo del Espíritu Santo, pues de ahí en adelante ni paganos ni judíos se convirtieron masivamente. La evangelización también para los apóstoles fue un trabajo lento, palmo a palmo, de hombre a hombre.
Lo mismo que Jesús, esos primeros miembros de la Iglesia son judíos. Hablan el arameo, la lengua semítica más extendida por el Próximo Oriente. Siguen llevando una vida de judíos piadosos: rezan en el templo, respetan las normas alimenticias y practican la circuncisión. Los primeros judíos convertidos al cristianismo aparecen como “grupo” dentro del judaísmo, en el cual hay fariseos, saduceos, zelotes. Ellos son los “nazarenos”, por seguir a Jesús de Nazaret. Lo que les caracteriza es el bautismo en el nombre de Jesús, la asiduidad a la enseñanza de los apóstoles, la fracción del pan (eucaristía) y la constitución de comunidades fraternas llenas de caridad . Pero eran hombres de la tierra, con virtudes y con vicios, como todos.
A estos cristianos de cultura judía se añaden pronto otros judíos y paganos de cultura griega, que son llamados helenistas.
Los primeros pasos de la Iglesia se encuentran narrados en el libro de la Sagrada Escritura, llamado Hechos de los Apóstoles, primera historia de la Iglesia.
Ese día de Pentecostés en Jerusalén, ante los peregrinos judíos reunidos con ocasión de la fiesta, Pedro proclamó la Buena Nueva y se hicieron bautizar tres mil personas. ¡Había nacido la Iglesia misionera! Poco tiempo después, la comunidad de Jerusalén contaba con unas quince mil personas, hecho de suyo exorbitante, pues Jerusalén no contaría con más de cincuenta mil almas. Nótese que fue esto un hecho casi único, regalo del Espíritu Santo, pues de ahí en adelante ni paganos ni judíos se convirtieron masivamente. La evangelización también para los apóstoles fue un trabajo lento, palmo a palmo, de hombre a hombre.
Lo mismo que Jesús, esos primeros miembros de la Iglesia son judíos. Hablan el arameo, la lengua semítica más extendida por el Próximo Oriente. Siguen llevando una vida de judíos piadosos: rezan en el templo, respetan las normas alimenticias y practican la circuncisión. Los primeros judíos convertidos al cristianismo aparecen como “grupo” dentro del judaísmo, en el cual hay fariseos, saduceos, zelotes. Ellos son los “nazarenos”, por seguir a Jesús de Nazaret. Lo que les caracteriza es el bautismo en el nombre de Jesús, la asiduidad a la enseñanza de los apóstoles, la fracción del pan (eucaristía) y la constitución de comunidades fraternas llenas de caridad . Pero eran hombres de la tierra, con virtudes y con vicios, como todos.
A estos cristianos de cultura judía se añaden pronto otros judíos y paganos de cultura griega, que son llamados helenistas.
Los primeros pasos de la Iglesia se encuentran narrados en el libro de la Sagrada Escritura, llamado Hechos de los Apóstoles, primera historia de la Iglesia.
SIGLO II
Las comunidades cristianas vivían su fe en un ambiente mayoritariamente pagano. Y sin embargo, aumentaba, por la gracia de Dios, el número de los creyentes. Esto ocasionó problemas. La discreción de que rodeaban su culto, hacía sospechar lo peor. Por esta época ya se ha generalizado la celebración de la eucaristía cada domingo, que era el Día del Señor .
Nos encontramos aquí con un fenómeno de psicología de masas. El cristianismo viene de Oriente y se está extendiendo a Occidente. Los cristianos son algo así como unos inmigrantes cuyas costumbres no acaban de comprenderse: se reúnen, rezan, comparten sus bienes, son respetuosos, recatados, demasiado honestos... Constituyen –se dice- una secta; y ya sabemos todo lo que se oculta tras esta palabra. Por eso, el mundo romano no ve con buenos ojos a los cristianos. Hay, pues, que eliminarlos.
SIGLO III
Ser cristiano es acoger la Buena Nueva de Jesús y cambiar de vida dejándose transformar por ella. La palabra puede ser anunciada por todas partes. El bautismo puede celebrarse a orillas de un río..., pero el cristiano no es un individuo aislado. Pertenece a una comunidad, al nuevo Pueblo de Dios, a la Iglesia. La palabra iglesia, en griego ekklesia, significa “reunión o convocación”. “Creo en la comunión de los santos”, dice el Credo apostólico, es decir, en la unión espiritual entre los bautizados.
Signo sensible y causa de esta unidad fue siempre la eucaristía. El pecador o el que rompía la unidad era excluido de la eucaristía y, por consiguiente, de la comunión; incurría en la pena de la ex-comunión. La comunión afianzaba a las comunidades, les daba cohesión espiritual y apoyo mutuo; por la comunión se sentían unidos a los apóstoles, a los mártires y hermanos desconocidos. Incluso cuando debían viajar, llevaban “carta de comunión” –salvoconducto- todos los cristianos, incluso obispos y presbíteros. Esta carta de comunión se llamaba también carta de hospitalidad y abría las puertas en todo el imperio; el portador era recibido en la comunidad, en la eucaristía y gozaba de alojamiento sin cargo alguno. Estaban estas cartas respaldadas por listas completas que los obispos remitían a todas las comunidades, donde constaba el nombre de los que estaban “en comunión” o en “excomunión”. El Papa Ceferino en este siglo III revocó las cartas de comunión a algunos herejes.
Centro geográfico de la comunión era Roma. El obispo africano Optato (siglo IV) dice: “La primera sede episcopal en Roma fue conferida a Pedro. Sobre esta sede descansa la unidad de todos, gracias al sistema de las cartas de paz, en una única sociedad de comunión”. Y san Ambrosio, más tarde: “De la Iglesia romana fluyen hacia todas las demás los derechos de la venerable comunión”. Era, pues, el Papa el centro de la comunión donde se respaldaban los obispos, no a la inversa. Cuando el Papa hubo de dictar excomunión a más de cien obispos de África y Asia Menor, no tembló la sede de Roma. Vivió la Iglesia apostólica en verdadera comunión, como consta en los escritos de los apóstoles, especialmente en san Pablo y san Juan, y en algunos epitafios .
Es verdad que Jesús no fue componiendo punto por punto los estatutos de este primer grupo, ni tampoco lo hicieron los apóstoles. Pero un grupo que quiere vivir y durar se va dando poco a poco la organización necesaria en función de la misión encomendada. Así hicieron los primeros cristianos, sobre todo, quienes tenían la autoridad, bajo la guía del Espíritu Santo. Cristo puso la primera semilla del gobierno de su Iglesia: puso la cabeza o roca, puso las primeras columnas, puso la ley de la caridad y la afirmación bien clara: “Quien a vosotros escuche, a Mí me escucha; quien a vosotros desprecia, a Mí me desprecia” (Lc 10, 16). El resto, es competencia del Espíritu Santo que guía a la Iglesia a su plenitud y perfección.
Signo sensible y causa de esta unidad fue siempre la eucaristía. El pecador o el que rompía la unidad era excluido de la eucaristía y, por consiguiente, de la comunión; incurría en la pena de la ex-comunión. La comunión afianzaba a las comunidades, les daba cohesión espiritual y apoyo mutuo; por la comunión se sentían unidos a los apóstoles, a los mártires y hermanos desconocidos. Incluso cuando debían viajar, llevaban “carta de comunión” –salvoconducto- todos los cristianos, incluso obispos y presbíteros. Esta carta de comunión se llamaba también carta de hospitalidad y abría las puertas en todo el imperio; el portador era recibido en la comunidad, en la eucaristía y gozaba de alojamiento sin cargo alguno. Estaban estas cartas respaldadas por listas completas que los obispos remitían a todas las comunidades, donde constaba el nombre de los que estaban “en comunión” o en “excomunión”. El Papa Ceferino en este siglo III revocó las cartas de comunión a algunos herejes.
Centro geográfico de la comunión era Roma. El obispo africano Optato (siglo IV) dice: “La primera sede episcopal en Roma fue conferida a Pedro. Sobre esta sede descansa la unidad de todos, gracias al sistema de las cartas de paz, en una única sociedad de comunión”. Y san Ambrosio, más tarde: “De la Iglesia romana fluyen hacia todas las demás los derechos de la venerable comunión”. Era, pues, el Papa el centro de la comunión donde se respaldaban los obispos, no a la inversa. Cuando el Papa hubo de dictar excomunión a más de cien obispos de África y Asia Menor, no tembló la sede de Roma. Vivió la Iglesia apostólica en verdadera comunión, como consta en los escritos de los apóstoles, especialmente en san Pablo y san Juan, y en algunos epitafios .
Es verdad que Jesús no fue componiendo punto por punto los estatutos de este primer grupo, ni tampoco lo hicieron los apóstoles. Pero un grupo que quiere vivir y durar se va dando poco a poco la organización necesaria en función de la misión encomendada. Así hicieron los primeros cristianos, sobre todo, quienes tenían la autoridad, bajo la guía del Espíritu Santo. Cristo puso la primera semilla del gobierno de su Iglesia: puso la cabeza o roca, puso las primeras columnas, puso la ley de la caridad y la afirmación bien clara: “Quien a vosotros escuche, a Mí me escucha; quien a vosotros desprecia, a Mí me desprecia” (Lc 10, 16). El resto, es competencia del Espíritu Santo que guía a la Iglesia a su plenitud y perfección.
lunes, 12 de octubre de 2015
8/10/15
- iglesia: la iglesia con la i minúscula se refiere al edificio donde se celebran las misas y donde puedes ir a rezar
- Iglesia: la iglesia con la i mayúscula para designar aquello que los cristianos han definido a lo largo de su historia como cuerpo místico de Cristo o, toda la comunidad universal de los creyentes.
- pascua: es la fiesta del cristianismo donde se celebra la resurrección de Jesús al tercer día de ser crucificado y se celebra en Semana Santa.
- pentecostés: es una festividad religiosa que se celebra 50 días después de Pascua en que los judíos conmemoran el dí.a en que Dios les dio la ley en el monte Sinaí y en que los cristianos conmemoran la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
- una: sólo hay una iglesia católica y apostólica.
- santa: no porque todos la que la formamos seamos santos, si no porque Dios es santo y esta en ella continuamente y porque Jesucristo su fundador también es santo.
- apostólica: ya que fue construida sobre el fundamento de los Apóstoles por su enseñanza, que es la misma de los Apóstoles; por su estructura, porque es instruida, santificada y gobernada, hasta la vuelta de Cristo, por los sucesores de los Apóstoles, que son los Obispos.
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